Capítulo 17 – Helena

Me quedo allí con Bárbara, me cuenta un poco como llegó, dice que estaba fatal no podía dejar de llorar, decía que no la dejara sola que no quería volver. No quiso atosigarla con preguntas, simplemente la dijo que no la iba a dejar sola nunca, la dio ropa limpia y dejo que se duchara, después calló muerta de sueño allí en el sofá.

Yo sé que seguramente es su padre, siempre me ha dado un poco de miedo, respeto hubiera dicho antes, pero ahora me atrevo a decir miedo y no me quedo corta. Sé que Sofía siempre le ha temido, un poco al menos, pero ahora tiene terror, de eso estoy segura. Y es normal yo me hubiese sentido igual en su situación, lo que no se es lo que ha podido ocurrir ahora, para llegar a esto, según me cuenta Bárbara se la ve perdida y con mucho miedo.

-Creo que deberíamos dejarla descansar, hasta que se despierte –le digo a Bárbara.

-Sí, eso creo yo –me contesta apenada.

-Me quedo contigo –la digo mientras la abrazo.

-Gracias Helena –me dice.

Y eso hago, me quedo con ella haciendo tiempo, comemos algo aunque no mucho, pensamos en como reaccionará Sofía cuando se despierte, en lo que habrá pasado y sobretodo, llegamos a la conclusión de que no la podemos dejar sola. No queremos ni se nos pasa por la cabeza, tenemos que ayudarla. No nos podemos imaginar lo que ha tenido que pasar, podemos hacernos una mínima idea pero nada más, tenemos miedo, por ella porque no sabemos lo que ha sufrido y como va a poder seguir con lo que lleva por dentro.

Mientras hablamos  le cuento que mañana empiezo las prácticas, y que estoy tan emocionada como nerviosa, Bárbara intenta animarme. Ya sabemos cómo es ella, que todo saldrá bien que soy buena, que me lo merezco y que conoceré a más gente. También que lo mismo hay algún chico interesante y guapo, vamos que nos animamos bastante con su positivismo. Hasta que vemos a Sofía entrar en la cocina y nos mira a las dos. No sabría definir su estado, la veo como perdida, con miedo pero a la vez aliviada por vernos allí.

-Hola –nos dice.

-Hola Sofía –la digo y me levanto para abrazarla, Bárbara me sigue, nos abramos las tres mientras lloramos.

-¿Estas mejor? –le pregunta Bárbara.

-Si gracias –contesta ella.

-Menos mal que ya estás aquí –digo yo.

-No sabéis las veces que he pensado en esto –dice Sofía mientras se le escapaban de nuevo las lágrimas.

-Sé que no querrás hablar de ello, pero tendrás que contarnos lo que ha pasado, cuando estés preparada –dice Bárbara mirándola y ella asiente.

Me quedo allí con ellas, simplemente la contamos las novedades para que se distraiga, ella no nos cuenta nada, o al menos no por ahora. Aunque sabe que tendría que explicarnos las cosas, para poder ayudarla, porque somos sus amigas y porque no se puede quedar con ello dentro.

Esta aquí, pero parece que su cabeza está más lejos, intenta decir alguna cosa, pero se la ve un poco perdida, asustada. Nosotras hacemos los que podemos, lo que hacen las amigas de verdad, y la preparamos algo de comer porque lo necesita.

-Bueno chicas, lo que necesitéis me avisáis, ¿vale? –le digo a las dos.

-Gracias Helena, pero tu tranquila y relájate todo saldrá bien, mañana nos cuentas –me contesta Bárbara más animada.

-Gracias, a las dos por todo –nos dice Sofía- Lo digo enserio.

-No las des, para eso estamos, y te queremos pero eso ya lo sabes –le dice Bárbara.

-Pues claro que te queremos, estábamos preocupadas, no lo siguiente, José y Elsa también –la digo yo mientras la abrazo.

Me despido de ambas, y me desean suerte. Yo me voy más tranquila porque sé que está en buenas manos y a salvo, ahora estoy nerviosa por lo de mañana, pero también estoy feliz. Siento que me he quitado un peso de encima, un gran peso.

Antes de dormir, cuando ya he cenado con mis padres, me he dado una ducha y he leído un rato, me pongo algo de música. Estoy intentando relajarme, pero me acuerdo de él, no quiero pensarlo, pero no lo puedo evitar y si pienso en otra cosa es en Sofía y no sé qué es peor.

Recibo un mensaje del grupo que tengo con las chicas, es  Bárbara, dice que mañana quedamos y así José y Elsa pueden ver a Sofía, pero también añade que no la agobiemos, que hablará cuando ella pueda. Todos le contestamos con un claro sin problema,  mandándola besos y abrazos, con muchos emoticonos de corazones.

Estoy muy nerviosa, sí soy de esas personas que se pone nerviosa enseguida, y sobre todo si se trata de cosas importantes, como lo es esto. Mis prácticas son importantes para mí, no solo por aprender de verdad lo que he estado estudiando, sino porque además si lo hago bien y les gusto puedo conseguir trabajo. Es algo por lo que he estado estudiando con esfuerzo, y que además me gusta.

Pienso que estas oportunidades no se dan todos los días, por lo que no quiero cagarla, quiero que todo salga bien, como yo espero. Pero no siempre podemos hacer que las cosas pasen como nosotros queremos, a veces pasan cosas que ni te esperas.

-Hola papá –saludo a mi padre que está en la cocina terminando de desayunar.

-Buenos días hija, ¿nerviosa? –me dice sonriendo.

-Sí, un poco.

-Es normal, pero no te preocupes todo saldrá bien –me dice muy convencido.

-Gracias papá, eso espero –le contesto mientras me preparo un café con leche.

-Te acerco yo ahora –me dice mientras recoge su taza y me da un beso en la cabeza.

-Vale –le contesto sonriendo- ¿Y mamá?

-Ha tenido que irse antes, pero me ha dicho que te de mucha suerte de su parte y que ella sabe que puedes con todo –me dice mientras nos miramos con una sonrisa- Voy a coger unas cosas mientras tú terminas de desayunar, y nos vamos –me dice mientras sale por la puerta de la cocina.

Me termino el café como puedo, los nervios me han cerrado el estómago, no he podido comer nada, ni siquiera lo he intentado, pero me da igual no tengo ni hambre. Miro mi móvil, tengo mensajes de ánimo por parte de mis amigos y yo se lo agradezco, la verdad no me puedo quejar tengo los mejores amigos y también los mejores padres.

Cojo mi bolso y reviso que tenga todo lo que necesito, después  me miro en el espejo y me doy el visto bueno, mientras me digo a mi misma que puedo, y me retoco un poco el pintalabios, es de un tono rosa claro. Me he maquillado de forma natural con mascara de pestañas, un poco de colorete y el pintalabios que no podía faltar. Llevo el pelo suelto un poco ondulado y una diadema fina de color blanco, un vestido por las rodillas de color rosa claro y unas sandalias blancas, con el bolso a juego.

-Qué guapa estas –dice mi padre mirándome.

-Como tú –le digo sonriendo.

-Vamos, que no queremos llegar tarde –me dice mientras salimos de casa hacia el coche.

En el camino no hablamos mucho, mi padre lo intenta para que me relaje un poco, pero yo no le doy mucha conversación, estoy pensativa. Al final vamos con la música que suena en la radio, No Promises y se me viene a la cabeza esa noche, con él claro. No me da tiempo a seguir pensando en él, pues mi padre me saca de mis pensamientos en cuanto llegamos.

-¿Preparada? –me dice sonriendo.

-Em…, si creo que si –le digo no muy segura.

-No te preocupes Helena, céntrate en aprender y ya está, lo que venga después ya vendrá, pero vive el ahora –me dice mirándome.

-Está bien, gracias papá-le digo y sonrío.

-Vamos que tú puedes, luego me cuentas que tal –me dice y me da un beso de despedida.

Salgo del coche y me dirijo a la puerta del edificio donde estuve hace unos días, es  grande pues tiene muchas plantas, y todas pertenecen a la misma empresa. Entro nerviosa pero contenta, una sensación que no se puede describir, la recepcionista me recibe con una sonrisa y me pregunta mi nombre, le comento que soy becaria en prácticas y es mi primer día,  también le digo mi nombre que casi se me olvida con los nervios.

Ella muy amable me lleva hasta el despacho de señor Antonio, mi jefe. Yo la sigo mientras miro a mi alrededor, intentando quedarme con algunos detalles, la primera vez y única que vine, no me fije mucho la verdad.

Subimos en un ascensor que ya me resultaba familiar, es grande caben bastantes personas, para en la planta cinco y allí pasamos por delante de su secretaría hasta la puerta, donde llama y me hace una señal para que entre.

El señor Antonio me recibe amablemente, está hablando por teléfono y me hace un gesto con la mano para que me siente en la silla que hay enfrente de él. Y eso hago me siento y espero a que termine su conversación, a la que no presto mucha atención porque estoy ocupada observando el despacho. Es grande de color blanco y tiene un gran ventanal, con un sofá a mi derecha y una mesa baja, también algunas  estanterías a mi izquierda con muchos libros y revistas.

-Helena, que alegría verte de nuevo ¿nerviosa? –me dice con una sonrisa- No preocupes, relájate porque hoy solo va a ser un día de contacto –me dice mirándome- Te explico, te enseñaremos todo, incluida la zona donde vas a trabajar como becaria, algunos compañeros, la sala de comer, bueno todo.

-Vale gracias –le digo sonriendo-A mí también me alegra mucho verte y estar aquí, aunque estoy un poco nerviosa.

-Hablemos de tus funciones, estarás ayudando a Laura, es más o menos de tú edad, entró también como becaria y ya es trabajadora fija, es muy buena pero tiene mucho trabajo. Ella te enseñara todo, será como tu tutora, por así decirlo. Aunque hay más compañeros que te enseñaran otras funciones ¿vale? –me dice entusiasmado.

-Si perfecto –le digo nerviosa.

-Primero te voy a presentar a mi secretaria –me dice mientras se levanta- Ven.

Le sigo y vamos fuera por donde he pasado antes, justo donde hay una mesa grande y sentada detrás de un ordenador una mujer, más joven que él pero más mayor que yo, tiene que tener unos treinta y algo, aunque veo que es guapa con el pelo rubio y recogido en un moño bien hecho, cuando levanta la mirada y me ve se le forma una sonrisa y puedo ver que tiene unos ojos claros color miel, se levanta y rodea la mesa para ponerse junto a nosotros.

-Esta es Helena, va a estar trabajando con nosotros como becaria, seguro que os caéis bien, trátamela especial –le dice mirándonos a ambas.

-Encantada, yo soy Adriana y lo que necesites aquí me tienes –me dice con una sonrisa y ofreciéndome la mano- Y no porque me lo haya dicho él –se ríe.

-Gracias, y encantada –le estrecho la mano mientras sonrío.

-Ahora que ya están hechas las presentaciones, enséñale todo, ya sabes a su compañera Laura y demás –le dice Antonio a la mujer- Luego nos vemos Helena, espero que tu primer día sea agradable cualquier cosa ya sabes dónde estoy, y perdona es que tengo unas reuniones ahora –me dice.

-Vale no te preocupes, y muchas gracias –le digo con una sonrisa.

-La dejo en tus manos –le dice a Adriana y se va de nuevo a su despacho.

Es agradable, por lo menos conmigo, no tengo queja el rato que estoy con ella. Nos metemos en el ascensor de nuevo y bajamos a la planta cero para empezar desde el principio, recorremos las salas de abajo que simplemente es recepción con unos sillones de espera, unos aseos y una cafetería. Después subimos a la planta uno donde podemos encontrar más aseos y despachos o más bien salas de trabajos, hay bastante gente la verdad, también está la sala de almuerzo.

Me explica que ahí te puedes servir un café en una cafetera que tienen, también hay un microondas donde te puedes calentar la comida, una nevera y algunos muebles con una encimera, y justo al lado una mesa espaciosa con sillas. Allí saludamos a algunas personas que se me quedan mirando, pero es normal no me habían visto en su vida.

Después subimos a la planta dos, con más aseos que ya me había dado cuenta que hay en todas las plantas, más despachos y salas con la misma decoración, paredes blancas sillones negros de cuero, algunos cuadros con ilustraciones modernas y grandes ventanales. A continuación en la planta tercera donde me comenta que estaré yo trabajando, entramos en una sala donde hay varias personas, entre ellas la chica que voy a estar aprendiendo.

Veo que varios puestos  con mesas espaciosas y ordenadores, al fondo también hay una mesa más grande y con más sillas. Vamos a uno de los puestos donde hay una chica morena con el pelo rizado, está concentrada en su trabajo y no nos presta atención, esta que nos ponemos justo enfrente de ella.

-Buenos días, Laura –dice Adriana- Te presento a Helena, la chica becaria que va a estar contigo.

-Hola –digo tímidamente.

-Hola Helena –se levanta de su puesto y viene hacia mí, nos damos dos besos.

-He estado enseñándole todo, creo que no me dejo nada –le dice Adriana- Si no pues ya terminas tú, os dejo que os conozcáis y que le expliques un poco. Y bueno también que le presentes a los compañeros de esta sala. –dice sonriendo y se va.

La chica es maja y muy agradable, me cae bien así de primera impresión. Me enseña su puesto y el trabajo que está haciendo en este momento, entiendo algunas cosas que me va explicando y me siento contenta. Mientras me comenta que en esta sala trabajan dos personas más, Adrián y Marina, que en este momento no están. Cuando pasa un rato decidimos bajar a tomar un café y picar algo, la sigo porque aún no me he quedado con todo y me siento un poco perdida.

-No quiero agobiarte, hoy miras un poco lo que voy haciendo y me preguntas, y ya mañana empezamos bien – me dice contenta.

-Claro como tú me digas, tu mandas –la digo sonriendo.

-Bueno, no me tomes como tu jefa, sino como una compañera que te supervisa o algo así –me sonríe- Vamos –me dice entrando en el comedor.

Nos encontramos a un chico alto y rubio, no le puedo ver bien porque esta de espaldas, pero cuando nota nuestra presencia se gira. Tiene los ojos claros y nos sonríe, me mira curioso y puedo fijarme que tiene el móvil en la oreja, pero en esos momentos no habla. Yo aparto la mirada y sigo a Laura, nos hacemos un café y me ofrece unas galletas mientras nos acomodamos en la mesa.

-Hola chicas –dice él mirándonos.

-Adri-le dice Laura- Perdona, esta es Helena mi nueva compañera.

-Encantado Helena –me dice sonriendo- Yo soy Adrián.

-Hola, encantada –le digo con una sonrisa tímida.

-¿Os importa si me siento? –dice retirando una silla.

-No claro –contesta enseguida Laura.

-Sin problema –le digo yo porque veo que se queda mirándome.

-Estoy cansado no, lo siguiente-nos dice.

-¿Día movidito?-le pregunta ella.

-Si puf, bueno Helena ¿qué te parece esto? –me pregunta mirándome.

-Pues de momento me gusta, pero solo llevo unas horas –le digo.

-Prepárate –me dice Laura y se ríe- Para aguantarle a él me refiero.

-Ni caso –me dice él y nos reímos los tres.

Pasamos un buen rato tomando café, y después volvemos a nuestro puesto, presto atención, apunto y pregunto cosas, pero me suenan la mayoría. Me siento contenta, y hasta el momento las personas que he conocido me dan buena sensación. Estamos casi todo el rato solas, es verdad que Adrián estaba liado, no le dejan con tantas llamadas y recados.

Se me pasa la mañana volando, y cuando es la hora de salir me siento muy contenta y más relajada, me despido de Antonio y Adriana que me preguntan qué tal me ha ido. Hasta se ofrecen a llevarme a casa, pero me niego mi padre está esperándome, habíamos quedado que hoy me recogía.

Cuando ya termino de hablar con mis padres y contarles que tal ha sido la experiencia, subo a cambiarme de ropa pero no sin antes jugar con mis gatos y hacerles mimos, me han echado de menos. Me doy una ducha rápida y me pongo ropa cómoda, unos short vaqueros, camiseta blanca de tirantes y unas converse blancas. Cojo una mochila y me voy a casa de Bárbara que es donde hemos quedado.

-Hola Bar –la digo cuando me abre la puerta.

-Amigaaa –me abraza- Ya estamos todos, ven.

-Buenas chicos –les saludo mientras les doy besos y abrazos.

-Bueno ¿tenéis hambre? –pregunta Bárbara.

-Un poco, ¿cogemos algo? –dice José siguiéndola.

-Bueno Sofía ¿entonces te vienes conmigo? –dice Elsa mientras yo intento saber a lo que se refiere.

-Tranquila Helena, te veo perdida –dice Sofía mirándome- Me ha ofrecido irme con ella a vivir.

-Ah, vale –las miro y nos reímos- Eso me pasa por llegar tarde.

-Pues si chica, ¿qué tal tus practicas? –me pregunta Elsa.

-Pues muy bien la verdad, por lo menos hoy –las contesto sonriente.

-Cuéntanos –dice José mientras entra con cosas para picar y bebidas.

Les cuento todo lo que he vivido ese día, les hablo de mi jefe, su secretaría, mis compañeros de sala que son los que he conocido, bueno menos a Marina. También les describo cómo es el edificio y de lo emocionada que estoy.

Ellos me hacen preguntas y comentan sus ocurrencias que como siempre nos hacen reír, incluida a Sofía. Como no, Bárbara me pregunta por Adrián, y también me dice lo mucho que me envidia, pero de esa envidia sana.

-Oye chicas, os tengo que comentar algo que me carcome por dentro –nos dice José.

-Di –le decimos mirándole.

-Tampoco me miréis así –se ríe-dais miedo.

-Venga suelta –le dice Elsa.

-He discutido con mis padres, por las vacaciones. Que quieren que me vaya con ellos, pero no me apetece –nos cuenta un poco como ha sido la bronca.

-Total, que lo de siempre ¿no? –le dice Bárbara.

-Pues sí chicas –contesta él.

-Y porque no se lo cuentas ya –le dice Elsa.

-No puedo, no me sale –dice él.

-Te entiendo amigo –le digo- Pero tienes que hacerlo, creo que va siendo hora.

-Lo sé chicas, pero no sé cuándo ni cómo –suspira- Lo intentaré, os lo prometo.

-No es por nosotras es por ti –interviene Sofía.

-Tienes razón Sofí –le dice José con ternura.

-Bueno, vamos a animarnos, brindemos por Sofía que está aquí, Helena que es becaria pero tiene ya un trabajo, por Elsa que tendrá una compañera, por José que pronto se lo dirá a sus padres y por mí porque sí, porque soy feliz –reímos todos chocando nuestros vasos.

-¿Entonces te vienes? –dice Elsa mirando a Sofí.

-Sí me voy contigo –le dice ella.

-Ole, ya tengo nueva compi y encima la mejor –dice Elsa emocionada y nos reímos todos.

Todos miramos a Sofía y esta agacha la cabeza, deja el vaso en la mesa y se levanta despacio del sofá, está nerviosa se le nota. Nos mira y se vuelve a sentar en el sofá, nos dice que quiere contarnos lo que paso. Si nosotros estamos dispuestos a escucharla, para ella no es fácil y tampoco bonito, nosotros la decimos que si es lo que ella quiere estamos dispuestos.

Tarda en empezar se nota lo nerviosa que está, pero nosotros  esperamos el momento. Cuando empieza  a contarnos que su madre está muerta por culpa de su padre, nos dice que no sabe exactamente como sucedió. Pero que estaba en el suelo con un buen golpe en la cabeza, y que había mucha sangre.

Nos sigue contando que bajó porque escuchó gritos y su padre estaba nervioso, la pidió que subiera que no volviera a bajar y mantuviera la boca cerrada. Ella se quedó arriba, ni siquiera pudo despedirse de su madre, él la encerró. No nos contó nada en su momento porque tenía miedo de su padre, estaba nerviosa y asustada.

Se le escapan lagrimas mientras nos sigue contando, la dejó encerrada todo el día, y después al día siguiente cuando al fin la dejó salir ella le grito y le echó en cara todo. Pero él cabreado la agarro y la pegó, la dijo que se iba con él unos días lejos de aquí.

Nos cuenta que esos días fueron horribles con él, solo la insultaba y la amenazaba, la decía que no fue culpa suya que fue un accidente. Pero Sofía sabía y sabe que no fue así, le dijo que le iba a denunciar y él se ría de ella. La decía que como lo intentará iba a acabar como su madre y se asustó mucho, estuvo esos días con miedo.

-No os podía avisar, no tenía el móvil, no tenía nada –nos decía llorando- Lo siento.

-Escucha, no pasa nada, lo importante es que estas aquí –la digo.

-Cada vez que intentaba irme de allí, del apartamento ese, me pegaba. Deje de intentarlo, pero vivir con él fue, un miedo constante. Una de las veces me miro sucio, como si quisiera violarme, yo me sentí así, me dio miedo y asco.  –nos cuenta sin mirarnos- Cuando él decidió que teníamos que volver, yo hice como que aceptaba sus órdenes, pero en cuento se descuidó me escape, me fui. Estará furioso, o le dará igual no sé. –nos dice mirándonos con miedo.

-Haremos lo que haga falta, lo pagara-dice José enfadado.

-Claro que sí, no podrá hacerte nada –la digo y todos la abrazamos.

Elsa consiguió llevarse a Sofía ese mismo día a su casa, la prometió la que la iba a ayudar a encontrar algo de trabajo y que de momento no se preocupara. José las acompañó, y yo después de quedarme un rato hablando con Bárbara decidí que era hora de volver a casa.

Por el camino pensaba en mi amiga Sofía, esta aterrada y no es para menos, ni siquiera entiendo como un padre es capaz de eso, me pone los pelos de punta solo de pensarlo.

Cap17 abrazo