Capítulo 2 – Izan

Como todos los días estoy trabajando, y no me quejo que conste. Si no fuera porque tengo trabajo no sé qué sería de mi, bueno más bien si mi colega no me hubiera ayudado a conseguirlo. Todos los días la misma rutina, trabajo, colegas, y lo que surja. No es que no me guste, pero a veces envidio a algunos amigos que pueden estudiar. Yo no es que fuera muy bueno estudiando, pero tampoco era tan malo, soñaba con ser informático o algo así, pero claro no pudo ser, como todo en mi vida.

Salgo del almacén de la tienda, suelo dedicarme a colocarlo o a montar muebles. Alguna vez me toca ayudar a Jorge mi colega en otros asuntos de la tienda, pero rara vez. A veces me pregunto qué sería de mí sin él, si sus padres no me hubieran dado la oportunidad. Gracias a que tienen una cadena de tiendas de muebles y les va también, necesitaban ayuda y yo encantado, no pagan mal y estoy a gusto. Jorge trabaja también, pero claro el no trabaja en el almacén, termino bachiller e hizo un grado o algo así, y se metió en el negocio familiar. La verdad que siempre hemos estado muy unidos, nos llevamos bastante bien aunque no soy igual que él, pero eso me lo calló.

– Jorge tío ayúdame con estas cajas – le grito-

– Voy espera que termino de cerrar – me contesta-

– Estas tardando – le digo –

– Tío ya voy – me dice mientras baja al almacén- ¿qué necesitas?

– Ves esa caja – le digo señalando una caja que está a punto de caerse- como se caiga es tu culpa –rio-

– No puede ser, vas a morir aplastado por una caja nenaza – me dice riendo mientras coge la caja- te acabo de salvar la vida, me debes una cerve minio – ríe-

– Las que quieras, bueno mañana te invito a una copa – le digo- refiriéndome a la fiesta.

– Al final vienes, no me lo esperaba –sonríe-

– Si me han engañado para ir –le digo- pero no estaré mucho rato, ya sabes que me aburro enseguida.

– Ya veremos, que luego te lías y no hay quien te pare –ríe- venga vámonos que ya es tarde.

Salimos de la tienda y nos despedimos hasta el día siguiente, el porqué va a su casa y yo voy a la mía, pero primero me paso por donde siempre suelen estar estos a ver si me despejo un rato.

Voy de camino escuchando música con los cascos puestos, y a lo lejos veo a los chicos que están tomando unas cervezas en una terraza del bar donde vamos siempre, y me dirijo hacia allí. En cuanto me ven ya  me están hablando de la dichosa fiesta, a la que voy medio obligado. Eso de las fiestas no es que sea lo mío, pero ellos siempre tienen ganas y me suelen convencer.

– Tío ya verás que bien lo pasamos – ríe Diego- Me han dicho que va mucha gente, incluidas chicas – sonríe mirándome-

– Venga vale, sabéis que al final caigo –rio-

– Lo sabemos –sonríe Víctor – ah vienen unas amigas de la uni.

– Si, es verdad – dice Diego- Son guapas –me sonríe-

– ¿Y cómo que no me las habéis presentado ya? – sonrió mirándole –

– Bueno mañana las conocerás, tranquilo- ríe Víctor- Son buenas chavalas,  ya veréis que bien lo pasamos.

– Seguro – sonríe Diego- Bueno tío, ¿nos vamos?

– Deberíamos –digo levantándome y entrando en el bar- Iván – me dirijo a Iván que está detrás de la barra le dejo el dinero en la barra- Ya nos vamos quédate con el cambio, luego hablamos de la hora para mañana la fiesta esa.

– Vale tío, perfecto – me dice – mañana nos vemos, despídeme de estos que estoy liado aquí.

– Si tranquilo, hasta mañana –le digo despidiéndome-

– Adiós colega – me dice-

Cuando salgo con los demás nos despedimos y nos vamos cada uno por su lado, bueno Diego y Víctor se van por el mismo camino, viven por la misma zona. Yo me dirijo por otra dirección, con mi música puesta y pensando en mis movidas, como siempre.  Cuando entro en mi casa el primero que viene a saludarme es Charly, mi perro. El único que me quiere de verdad, no se separa de mí y yo tan contento. Juego un rato con él y vamos los dos a mi cuarto, ya dentro me pongo cómodo, hace calor. Estoy muy cansado, necesito meterme ya en la cama pero antes miro el móvil y hablo un rato con estos.

A la mañana siguiente escucho mi nombre a gritos, como siempre mi padre no puede dejarme en paz ni un sábado, no sé qué querrá ahora. Me levanto mal humorado y me dirijo hacia la cocina, allí esta mi madre haciendo algo para comer. A mi madre la soporto más, no del todo pero mucho más que a mi padre. Saludo a mi madre, y siento a mi padre que viene hacia aquí, cabreado para no variar.

– Izan – viene hacia mi- saca a Charly ahora mismo.

– Voy – me levanto y me voy con Charly no me apetece discutir-

El perro viene corriendo hacia mí, le encanta salir a la calle, siempre le llevo por ahí por los parques y juego con él. El feliz me trae la pelota o el palo para que se lo tire de nuevo, y así un buen rato, hasta que decido volver. Nunca tengo prisa en volver a casa, mi padre siempre esta cabreado, es así. Siempre discutiendo con mi madre, o conmigo, le da igual. Paso por enfrente del  bar donde trabaja Iván y veo a su padre en la barra, su padre me cae bien. El también me ve y sale fuera a saludarme, y a Charly.

– Hola chavalote – me sonríe- que pasa Charly cada día más grande – ríe-

– Hola Jesús –le saludo- este come más que yo, y ya es decir –reímos los dos-

– No me extraña, ¿quieres tomar algo? – Me dice- Invita la casa.

– Bueno si, un café con churros –sonrío- No he podido desayunar.

– Pues muy bien hijo, marchando siéntate aquí – me señala una mesa y entra-

Me siento y espero a que me traiga el café, la verdad que tengo hambre. Cuando me lo trae se queda un rato conmigo y mi perro, mientras desayuno hablamos un rato y me dice que ha visto también a mi hermano hace un rato. Es muy agradable el hombre, ojalá mi padre fuera así, mi amigo tiene suerte. Me despido de él y me voy a casa, en el camino voy tan distraído con mi música, que me choco con alguien.

– Eh, ten cuidado-creo escuchar –

– Perdona –digo quitándome los cascos-

– Vale –me dice una chica, no me he podido fijar mucho porque se ha ido corriendo, lo que si he podido apreciar es su cabello oscuro y bien largo mientras se iba-

 En cuanto llego a casa me voy a la ducha, la necesito. No sé cuánto tiempo estoy metido, cuando salgo me seco y me voy a mi habitación. Allí me visto y me pongo a jugar un poco con los chavales al ordenador, me flipa jugar casi tanto como los coches, pero los coches y las carreras no lo supera nada, son mi pasión. Escucho que se abre la puerta, es mi hermano.

-Aaron, ¿qué quieres?-le digo-

-Nada –se sienta en la cama-

-Venga di, te conozco –le digo y le miro-

-Es que papá y mamá se van a ir todo el día fuera, y quieren que me vaya con ellos-me dice- yo no quiero ir, son muy pesados.

-Joder, yo tengo planes-le digo- si te quedas ¿qué vas a hacer?

-Me quedo aquí en casa, llamo a unos amigos y ya está-me dice- De verdad, no voy a hacer nada.

-Siempre me dices lo mismo-suspiro- Mira, porque sé que ir con ellos es un coñazo, pero te quedas aquí, con un par de amigo y sin hacer tonterías-le miro-¿Vale?

-Sí, no me moveré-sonríe- De verdad Izan.

-Eso espero-le digo y  sale de mi cuarto-

Justo al rato escucho decir a mis padres que se van, y yo les grito que vale. Mejor, prefiero estar solo a mi bola, aunque esta mi hermano pero el también es muy independiente, aunque se mete mucho en lio, no sé a quién se parecerá. Charly viene y me mira, miro la hora y me doy cuenta que ya es hora de comer. Voy a la cocina y le pongo la comida, y hago unos macarrones para mí y mi hermano. Me siento en la mesa a comer solo, mi hermano dice que come más tarde. Me  suena el móvil, es el grupo que tenemos de whatsapp, están diciendo a qué hora quedamos y todo el rollo. Contesto unas cuantas veces mientras termino de comer, luego me fumo un piti y sigo leyendo los mensajes, la verdad que estos convencen a quien sea, tienen cada ocurrencia.

Me despierto desorientado, menuda siesta me he pegado, miro la hora y me levanto corriendo, es tarde y tengo que prepararme. Cojo el móvil y hablo a Jorge, le digo que me paso ahora por su casa, nos vamos con Diego en su coche. Dice que esta noche o bebé, la verdad el chaval se porta no suele beber mucho, y nos hace mucho de chofer.

Me visto con unos pantalones vaqueros negros, una camiseta negra y unas zapatillas negras también. Me peino un poco, saco a Charly antes de irme ya que mi hermano nunca lo saca y no me fui de él, y cuando ya he cogido todas mis cosas y me despido de Aaron me voy, y me doy cuenta que ni mis padres han vuelto aun y que me voy intranquilo por dejar a mi hermano solo, no por la edad sino porque siempre tiene alguna preparada.

Llego a casa de Jorge, entro y saludo a sus padres. Son majetes, los conozco casi de toda la vida, y siempre se han portado bien conmigo, les debo mucho, me han ayudado y podría decir que más que mis padres, y seguro que no me equivoco. Como algo que me ofrecen sus padres, no me ha dado tiempo a cenar algo antes de salir y la verdad que tengo hambre, no les voy a decir que no. Mientras que Jorge termine de prepararse, llega su hermana. Es más mayor que él, es como si fuera mi hermana también, prácticamente nos hemos criado los tres juntos.

-Hola guapa –la digo sonriendo-

– Hola Izan –me sonríe- ¿esperando al tardón? – ríe-

– Si ya sabes, lo de ser puntual no es lo suyo –me rio- ¿tú no sales hoy?

– No que va, he estado todo el día fuera con mi chico y estoy cansada –me dice- Pasarlo bien por mí, a ver si encontráis ya novia –ríe-

– Que obsesión tienes con buscarnos novia –dice Jorge bajando al salón-

– Hombre tío, ya es hora-le digo riendo-

-Uno tiene que ponerse guapetón –reímos los tres-

– Bueno chicos, os dejo-nos dice Ainhoa y nos da unos besos a cada uno- Pasarlo bien y ligar mucho, como siempre –ríe-

– Gracias Ainhoa, nos tomaremos unas por ti –le digo mientras llaman al timbre-

-Vamos son estos-me dice Jorge y salimos-

Nos saludamos y entramos al coche de Diego, el muy cabrón lo tiene impoluto, no me deja ni fumar, ni nada. Su coche es intocable, es como su hijo, o peor. Un día se me ocurrió encender un cigarro y por casi me tira del coche, literal. Solo le falto abrirme la puerta, estábamos en marcha sino lo hace, lo tengo claro.

Llegamos al aparcamiento que hay al lado del local, y el señor aparca su Mercedes. Lo mira mil veces y una más antes de seguirnos,  le tenemos que esperar como siempre. Una vez en la entrada me fumo un piti con Iván y Víctor, Jorge y Diego no fuman, bueno Diego alguno pero lo está dejando.

-Quieres dejar ya el móvil-le digo a Víctor-

-Ya, ya lo dejo estaba hablando con Bárbara dice que vienen un poco más tarde –nos dice- ¿entramos?

-Venga vamos –dice Jorge y le seguimos-

Una vez dentro vemos que hay bastante gente, vamos directos a la barra a pillar algo de bebida. Yo soy más de Jack Daniels, Víctor pide lo mismo, y Jorge e Iván pillan Ron.

Nos vamos a un hueco que encontramos y ahí nos quedamos,  pendiente de la gente que pasa por si conocemos a alguien e intentando bailar, a nuestra manera.

Cuando pasa un rato salgo a la calle, me agobia un poco estar ahí dentro, estoy encendiéndome un cigarro cuando me parece ver a mi hermano, me fijo bien y en efecto es él. Siempre igual, nunca me puedo fiar de este cabron, voy hacia donde esta con unos chicos y nada más acercarme le veo con un porro en la mano.

-Tú, que coño haces –le digo quitándoselo de las manos-

-Eh dámelo-me grita- Joder, eres tú –me dice cuando se da cuenta de quién soy-

-Sí, yo al que has dicho que te quedabas en casa-le digo cabreado- ¿qué haces aquí?

-Es que me han invitado-me dice- Y eso no era mío, era de un colega.

-Me da igual, ahora mismo vete a casa o fuera de mi vista-le digo-

-Vale vale-me dice suspirando y mira a un chico que se acerca- Izan dame eso, es de él.

No me lo puedo creer, conozco a ese tío, vende hierba, yo mismo le he pillado. Pero no entiendo que hace mi hermano con él, ese chaval no es de fiar ni yo me juntaría con él, he visto que se pega con chavales por la hierba y por otras movidas, yo me pegue con él hace unos años, pero por una chica. En esa época tenía novia, y me entere que este chaval  estaba todo el rato detrás de ella, ya era acoso, ella no quería nada o eso me decía. Hasta que un día los vi liándose, llevábamos como tres años juntos, para mí bastante, estábamos bien o eso pensaba. Desde entonces no quiero novia, estoy bien así, tampoco lo busco simplemente algún lio esporádico y ya está.

Intento calmarme mientras se acerca Cristian, y si viene junto a ella Irene, vienen de la mano muy juntos, no sé cómo calló tan bajo, se como trata a las chicas este chaval, no lo entiendo. Me ve y se le cambia la cara, aprieta más fuerte la mano de ella y viene hacía aquí directo.

– Hola-dice mirándome-¿qué quieres?

-Nada, que no le pases tus mierdas a mi hermano –le tiro el porro y cojo a mi hermano del brazo-

-Izan, tu hermano es mayorcito-me grita – Déjale en paz, mola más que tú. No se enfada por tonterías –le oigo reírse y en ese momento me vuelvo hacia él-

– No te he oído bien-le digo cabreado-¿cómo dices?

-Que tú hermano puede hacer lo que le dé la gana-me dice- Déjale en paz,  siempre quieres controlarlo todo.

-Tú no eres quien para decirme que debo hacer, y menos con mi hermano-le digo sin apartar la vista de su cara- Mejor que te calles y te metas en tus asuntos.

-No me manda nadie callar y menos tú-me dice cercándose más- Mejor vete.

-Mejor, no te guanto ni a ti ni tu cara-le digo y me doy la vuelta para irme, pero justo me coge del brazo y me giro-¿qué coño haces?

-Solo quería decirte que me das lastima-me dice al oído y luego se va riéndose-

Me dan ganas de decirle unas cuantas cosas que pasan por mi cabeza ahora mismo, pero me controlo está ahí mi hermano, y tengo que ocuparme de él.  Voy donde mi hermano, y justo estoy echándole la bronca de nuevo cuando veo a Jorge que viene con cara de sorpresa. Le explico un poco lo que ha pasado, y me convence para qué deje a mi hermano que se quede por aquí, así al menos le tengo un poco vigilado.

Entramos dentro y me pido otro cubata, necesito como veinte ahora mismo, Jorge me invita a un chupito, y luego otro porque vienen los demás. Y otro cubata cuando me termino el siguiente, y ya la cosa cambia ya veo la noche de otro color, o directamente no la veo. Hasta que Víctor  se junta con unas chicas, serán sus amigas de la universidad, yo observo desde aquí, desde la barra. Son cuatro chicas y un chico, desde aquí no distingo bien como son ni quien son, pero no me apetece moverme.  Y me doy cuenta que solo en un momento  he perdido de vista a mi hermano, no sé donde está y eso me preocupa aun poco.

Literatura juvenil
Literatura juvenil

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *