Capítulo 5 – Helena

– Es Izan – digo en alto- ese chico.

-Es verdad es él –dice mi amiga- tenemos que separarle vamos – y va hacia donde se encuentran mientras yo la sigo-

Empezamos a gritar para qué deje de pegar al tío que está debajo, como siga así va a matarle pero Izan no para no hace caso, llegamos y le agarramos entre las dos para separarle. No sé cómo pero lo conseguimos, nos cuesta pero al final le separamos y le hacemos que avance.  Le llevamos al final de la calle y decide sentarse en la acera, se queda ahí callado.

– Oye ¿estás bien? –le pregunta mi amiga-

-Si –contesta secamente y le miramos con preocupación-

-No lo parece, casi lo matas y… -empiezo a decir pero no deja que continúe-

-No habéis visto nada –me corto- es mejor que me vaya tengo prisa

– Una cosa –le digo- ¿ese tío era el que ha pegado a tu hermano verdad?

-Si –me contesta- se lo merecía

-Oye, solo nos preocupamos no hace falta que seas tan borde – le dice mi amiga–

-No os preocupéis estoy bien –nos dice mientras se va- Me voy tengo prisa, tener cuidado

Nosotras nos quedamos ahí plantadas viendo cómo se va, sin saber muy bien qué hacer. Al final  mi amiga y yo vamos hacia mi casa, creemos que es lo mejor, no sabemos dónde ha ido Izan y ha sido bastante por hoy. 

Cuando llegamos a mi casa todavía nerviosas por lo que acababa de pasar, fuimos directas a mi cuarto. Nos pusimos cómodas, estábamos más calladas de lo normal, pero de repente me sonó el móvil, era un whatssap. Cuando fui a verlo por si había pasado algo más, ya que la noche había estado llena de incidentes, mire la pantalla y era Oscar. No lo miré, no me apetecia ni me interesaba, Bárbara que vio la cara que puse enseguida me preguntó.

– ¿Qué pasa? –me dice mirándome- ¿Quién es?

-Nada, es Oscar –la digo- Ni lo he leído.

-Que pesado es el tío, mira que me caía bien-me dice- Pero ha dejado mucho que desear -¿Quieres que lo mire yo? –Pero de repente le suena el suyo y lo mira-

-Es Víctor, me dice que ya ha salido Aaron del Hospital y lo llevan a casa, no se ha roto nada-me mira-  Le voy a preguntar por Izan.

-Vale, menos mal que su hermano esta… -suspiro- Iba a decir bien.

-Bueno podría ser peor –me dice- Sabes que gracias a ti y a Elsa el chaval esta mejor – me abraza- Estate tranquila.

– Gracias –la correspondo el abrazo – ¿Te han dicho algo de Izan?

-Voy a mirar –me dice mientras coge el móvil – Vale, estate tranquila también porque está con ellos, me dice Víctor que tenemos que vernos otro día y que gracias por todo.

-Dile que si que nos veremos –le digo a mi amiga más tranquila-

Mientras Bárbara esta contestándole, veo como sonríe y pienso si le gustará, aunque le conocemos de hace un tiempo y nunca me ha dicho nada, aparte de que es guapo y majo. Pero me gusta verla sonreír y que este alegre, siempre suele estarlo y lo de esta noche nos ha cogido un poco por sorpresa.

Veo que luce mi pantalla, y me acuerdo que me ha escrito Oscar, pero estoy tan cansada que no me apetece ni mirarlo y además Bárbara ya ni se acuerda. Nos metemos en la cama, yo tardo un poco más en dormir dándole vueltas un poco a mi cabeza, pero al final me quedo dormida.

Me despierto asustada, he tenido una pesadilla, o eso me ha parecido a mí. Estaba en el suelo arrodillada, con Izan a lleno de sangre en mi regazo y sin vida. Yo gritaba y gritaba pero nadie me oía, yo solo veía sangre y su cara, le veía muerto sin respiración, mientras ese chico se reía sin parar, y nadie más nos veía. No podía dejar de gritar y llorar, no podía apartar la vista de él.

Cuando mi amiga ya se ha despertado y hemos decidido bajar a comer algo, mientras mis gatos no paran de perseguirnos y Bárbara encantada juega con ellos. Vuelvo a sentir mi móvil, lo miro de reojo y veo que es Oscar otra vez, no me acordaba del mensaje. Entonces mi amiga que es un poco cotilla se asoma y me quita el móvil de las manos.

-Tía vamos a mirar ya el mensaje, que parece que estoy yo más intrigada que tú –me dice mientras se sienta en la mesa y yo preparo la leche- Veamos, ¿leo en voz alta? – me pregunta-

-Venga vale –la digo-

-Hola cariño, se que estas molesta conmigo por la discusión de antes, pero tenemos que hablar. Sabes que yo te quiero a ti, no entiendo tu reacción. –me mira- Este chico es tonto, continuo. –vuelve al móvil- Por favor Helena, no he sabido nada, no me ignores así. Espero que estés bien, dime algo cuando llegues. Te quiero ya lo sabes.  Y el último. No entiendo porque no me contestas, pero esto tenemos que hablarlo, estamos bien no jodamos lo nuestro por una tontería. Venga contéstame o llámame, te quiero mucho.

-No jodas, una tontería será para él– digo molesta-

-Eso pienso yo, vaya gilipollas – dice mi amiga cabreada- Ahora mismo le contestamos ¿o quieres llamarle?

-No sé, de primeras le contesto-la cojo el móvil y empiezo a escribir – No te he contestado porque ayer estaba de fiesta como te dije y ahora me acabo de levantar, ya te llamaré y hablaremos de esto pero para mí no es ninguna tontería.

-Bueno amiga, vamos a desayunar tranquilamente –y empezamos a desayunar cuando entra mi madre por la puerta-

-Hola mis niñas –nos saluda- ¿Qué tal ayer?

-Bien –se adelanta mi amiga- Todo bien, de fiesta –sonríe forzada-

-Si bien mamá-contesto-

-Me alegro –nos sonríe – venga comer que tenéis que reponer fuerzas, yo salgo a ver a tu abuela y luego vuelvo para comer-nos da unos beso-

-Vale, luego nos vemos –la contesto –

-Adiós Ana –dice mi amiga mientras mi madre se va –

Terminamos de desayunar, y decidimos que no vamos a contar nada de lo que pasó anoche. Será mejor que nadie lo sepa, salvo los que ya lo sabemos, mejor no dar explicaciones ni preocupar a los padres. Además tenemos que enterarnos bien de que pasó, porque estamos un poco confundidas.

Mi amiga decide irse a su casa, tenemos que estudiar la semana que viene acabamos los exámenes, aunque no tenemos la cabeza para ello. Me despido de ella y la digo que luego hablamos y la doy mucho ánimo con los estudios, ella como siempre sale de la puerta sonriendo después de darme un abrazo enorme y decirme que ya solo nos queda un empujoncito y somos libres.

Me voy a mi habitación y veo que están Sal y Pimienta en mi cama, les encanta y les empiezo a hacer cosas mientras me ronronean y se ponen cariñosos. Después recojo mi habitación y me doy una ducha, la necesito. Cuando ya he salido del baño y me he puesto cómoda, me tumbo en la cama y me pongo a leer un rato a ver si me distraigo. Al rato escucho a mis padres llegar y bajo a comer.

Al rato de comer y estar con mis padres, me decido a coger mis apuntes y me pongo a intentar concentrarme en los estudios, aunque me cuesta un poco lo consigo. Unas horas más tarde siento mi móvil sonar, y veo que es Oscar, está muy pesadito pero  le cojo la llamada.

– Hola mi vida –me dice cariñoso- ¿qué haces?

-Hola –le digo secamente- Estaba estudiando.

-¿qué tal lo llevas? –me pregunta- Ya te queda poco – me dice-

-Bien, bueno después de salir el día anterior pues como se puede –le digo – Deseando terminar.

-¿Quieres hacer un descanso? –me dice- Tengo una sorpresa.

-¿Cómo? –no sé qué decir- Pues no sé, aun me queda un rato por estudiar, pero vale.

-Menos mal –suspira- No me quería quedar aquí plantado en tú puerta –me dice contento – ¿bajas a abrirme?

– ¿Estas aquí? –pregunto sorprendida- ¿Desde cuándo?

-Desde ahora –me dice-¿No te alegras o qué? Venga ábreme.

-Voy –digo y bajo a la puerta, cuando la abro me encuentro con él y un ramo de flores-

-Hola preciosa –me dice sonriendo – Toma es para ti –me da el ramo y lo cojo-

-Hola que bonito –le digo mientras le dejo pasar- Mis padres están en el salón.

Entramos y mis padres le saludan entusiasmados y encantados, siempre les ha gustado Oscar, le preguntan y estamos un buen rato allí con ellos. Cuando ya nos decidimos por ir a mi habitación, él se sienta en la cama y se me queda mirando. Yo no sé muy bien cómo actuar, tengo que hablar las cosas con él, pero parece como que tengo que dar yo el paso.

-Tenemos que hablar –le digo-

-Claro, aunque por mi está olvidado –me dice mientras se levanta de la cama y se acerca a mi- Pero hablamos si quieres –me recoge un mechón detrás de la oreja mientras me mira-

-Si quiero hablarlo –le digo separándome un poco, y veo que ese gesto le sorprende- Cuéntame que hacías con ellas allí y las fotos, no entiendo muy bien nada Oscar, de verdad –le digo seria-

– Solo nos las encontramos por allí –me dice- Yo estaba un poco pedo, mis colegas conocían a Claudia y dio la casualidad que Lucía estaba con ella. Solo fue eso, nada más.  Y las fotos fueron… ya sabes el momento.

-Ya claro y las subes como si fuerais súper amigos –le digo molesta- De verdad no entiendo Oscar

-No sé, las subí por hacer la gracia –me dice-  No te enfades –me mira-

-Si me enfado, no me mola esa chica ya sabes lo que pasó –le digo subiendo la voz- lo que pasamos Bárbara y yo con ella, y tu de fiesta y haciéndote fotitos, y también con tu ex que no la tragas-le miro- o eso creía

-No no la trago, pero no sé ya ha pasado tiempo –me dice- joder, estaba de fiesta –me alza la voz- ¿qué no entiendes?

-No entiendo nada, me importa una mierda la fiesta que estés borracho o no –le digo en el mismo tono- tú eres el que no entiendes una mierda.

– Estas celosa, lo entiendo –me dice- pero tú no eres así Helena.

-No son celos, es rabia- le contesto- se que tienes amigas y nunca te he dicho nada, es por ellas.

-Pues olvídate de ellas –me dice- solo importamos nosotros, estoy aquí aprovechemos el tiempo-me mira-

-No puedo, enserio no puedo –le digo- necesito espacio, necesito pensar.

– ¿Pensar en qué? –me dice tenso- Estamos bien.

-Estarás bien tú –le contesto-  necesito centrarme en los exámenes, luego ya veremos.

-Está bien te dejaré estudiar y eso  -me dice- pero no tienes nada que pensar de nosotros, nos queremos.

-Me ha jodido –suspiro y le miro- necesito que me dejes estudiar, aun me queda.

-Está bien – me dice acercándose y me da un beso en la frente- Pero no me ignores, estaré por aquí unas semanas, sabes que te quiero –me dice y sale por la puerta sin dejarme contestar-

Me quedo en mi habitación sola y lo primero que hago es contarle a Bárbara por audios lo que ha pasado, ella se queda sorprendida y no es para menos. Después de un rato hablando con mi amiga, vuelvo a ponerme a estudiar, solo paro para prepararme un sándwich para cenar y sigo con ello. Hasta que ya no puedo más y se me cierran los parpados, entonces me meto en la cama y me pongo un poco de música y me quedo dormida.

El lunes empieza con un examen, que no me sale muy mal, mejor de lo esperado. El resto de la mañana  repasando para los demás exámenes con mis amigos en la biblioteca hasta que decidimos ir a comer algo. Y que sorpresa cuando entramos en el bar que vemos a Víctor y Diego allí, nos acercamos todos, hemos estado hablando un poco del tema, cada uno sacando sus propias conclusiones pero ninguno sabemos la verdadera historia.

En cuanto nos ven sonríen y nos invitan a sentarnos con ellos, veo que están también con apuntes como nosotros. Nos cogemos unas cuantas sillas más para sentarnos todos y pedimos algo de comer, estamos un poco hambrientos. También me doy cuenta que mi amiga Bárbara se ha sentado al lado de Víctor, conclusión mía, creo que le mola.

-Pues nada aquí estamos –dice Diego- tenemos examen en una hora.

-Nosotras ya lo tuvimos a primera-le digo- y nos quedan como tres más.

-Bueno ánimo chicos que ya acaba el calvario – dice Víctor- a nosotros nos queda el de hoy y dos más.

– Pues a nosotros –dice Elsa refiriéndose a ella José y Sofía- mañana y el jueves, y ya acabamos.

-Que suerte pero me alegro- dice Bárbara- Bueno chicos, tengo que preguntarlo ¿qué tal están los hermanos?

-Pues bien, bueno lo mejor que se puede –dice Víctor- Ayer estuvimos con Izan, le han echado de casa

-¿Por qué? –le pregunto sorprendida-

– Porque sus padres son así –contesta Diego- Pero esta con un amigo.

-Vaya –dice Elsa y va a continuar hablando cuando traen la comida y nos interrumpen-

-Que buena pinta –dice José mientras empieza a comer-

Empezamos a comer todos, y sin saber que decir respecto a lo que había dicho Víctor, con muchas preguntas pero sin saber cómo actuar. No le conocíamos apenas, por no decir nada, pero ya sentíamos que teníamos que saber más de él, o quizá era la curiosidad. Enseguida tanto Diego como Víctor se levantaron para irse, tenían un examen, les deseaos suerte y quedamos en que después de los exámenes nos veríamos tranquilamente para compensar lo del sábado. Entonces supimos todos, que nos íbamos a quedar con la curiosidad hasta entonces, y empezamos a hablar sobre el tema mientras comíamos.

Cuando ya llevábamos bastante rato ahí sentados en la mesa ya hablando de los exámenes,  miro por la ventana y veo que hace un día radiante, y que tengo unas enormes ganas de terminar ya. Estoy pensativa mirando la calle, viendo la gente pasar, y fijo en un chico apoyado en el edificio de enfrente. Me doy cuenta que es él, con unos vaqueros rotos, y una camiseta blanca, mirando el móvil. No sé muy bien lo que siento cuando veo que deja de mirar el móvil y se aproxima hacia aquí, le veo entrar por la puerta e ir hacia la barra, ahora si puedo observar que tiene marcas del sábado. Y cuando voy a apartar la vista para decírselo a mis amigos, de repente me ve, me mira y nos mantenemos la mira, hasta que la aparto y vuelvo al grupo.

-Chicos –les digo- esta Izan ahí en la barra –todos miran hacía el lugar-

-Es verdad, pobrecillo –dice Sofía-

-Sí, pero no veas como reparte – comenta Bárbara y la doy un codazo- que si da un poco de pena.

-Que viene –dice José por lo bajo mientras Izan esta casi en nuestra mesa-

-Hola –nos saluda- ¿Puedo? –nos die señalando la silla que esta vacía-

-Claro –se adelanta Elsa y él se sienta a mi lado, ya que es justo la silla que queda libre-

-Quería agradeceros lo que hicisteis por mi hermano – nos dice- No sé como os puedo compensar, pero estoy en deuda con vosotros –nos mira-

-Bueno más bien con ellas –dice José señalando a Bárbara, Elsa y a mí-

-Si, bueno –se queda pensativo- todos os quedasteis con él y os preocupasteis ¿no?

-Si claro –interviene Sofía- no te preocupes lo hicimos con gusto, no nos debes nada.

-Tiene razón mi amiga – le digo- no pasa nada, todo lo que hicimos lo hicimos porque quisimos, no pasa nada.

-Ya, pero no nos conocíais –dice él- me ha dicho Víctor que este finde vais a celebrar el fin de exámenes y eso – dice cambiando de tema-

-Ah, sí bueno no lo hemos planeado del todo –contesto un poco descolocada- pero si algo así ¿tú vas a ir? –le pregunto sin pensar-

-Pues claro que vendrá –contesta Bárbara sonriendo- ¿a qué si?

-Bueno si queréis que vaya…-dice haciéndose de rogar- no tengo nada mejor que hacer –dice casi sonriendo-

-Bueno creo que podemos sobrevivir sin ti –contesta José- que luego acabamos en líos –se le escapa y a Izan le cambia la expresión-

-Claro, es mejor que no os juntéis con malas compañías –dice mientras se levanta de la silla para irse – suerte y ya nos veremos.

-Oye –dice Bárbara – no ha sido con mala intención no te enfades –él nos mira y se queda parado donde esta-

-Ya tranqui, no me enfado – dice un poco serio- gracias –y se me queda mirando-

-No las des –le digo mirándole y veo que al momento se gira para irse-

-Adiós- dice mi amiga Bárbara en alta- el finde nos vemos –él se gira y nos guiña un ojo mientras se va del local-

Nosotros nos vamos al rato del bar, después de hablar sobre el mismo tema de la pelea y de imaginar conclusiones diferentes. Decidimos seguir estudiando cada uno en su casa, nos despedimos Bárbara y yo de los demás, como siempre y quedamos en vernos mañana.

Estamos  de camino hablando animadamente, y vamos a girar la esquina cuando casi nos chocamos con una chica. Bárbara se la queda mirando, entonces me fijo bien y me doy cuenta de quién  y me quedo parada sin poder apartar la mirada de ella, que no es otra que Claudia.

libros romanticos
libros romanticos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *