Capítulo 19 – Helena

Otro día más y hoy empiezo de verdad mi trabajo como becaria, hoy es el día en el que tendré que involucrarme más y tengo ganas. Me levanto emocionada y menos nerviosa, me doy una ducha, juego con mis gatos porque como ya pensé anoche lo que me pondré hoy tengo tiempo de sobra.

Me pongo unos pantalones finos de tela color crudo, una blusa blanca metida por dentro y un cinturón marrón oscuro a juego con mis sandalias. Escojo un bolso blanco y me decido por recogerme el pelo en una coleta y un poco de maquillaje.

Cuando me tomo mi café con una tostada, mi madre me da la buena noticia de que me lleva, estamos hablando de que seguramente junto con mi abuela me regalan un coche, ya que es más cómodo para mí que ir en autobús. Aunque nunca me ha importado no tener coche, para ir al trabajo me viene mejor.

-Que te vaya bien hija, luego me cuentas-me dice mi madre antes de bajarme del coche.

-Gracias mamá- la doy un beso y me bajo.

Cuando entro saludo a la chica de recepción y ella me devuelve el saludo amablemente. Llamo al ascensor y mientras estoy esperando alguien se me acerca, me giro y veo a una chica con el pelo claro y unos ojos azules que hacen su mirada fría. Me sonríe falsamente, porque lo noto y yo le devuelvo el gesto sin ganas. Nos subimos en el ascensor y ni siquiera me pregunta a qué planta voy, da al botón de la planta tres, que también es la mía, vaya casualidad. Subimos en silencio sin decir ni una palabra, no la conozco.

No me doy cuenta ni donde va la chica, me dirijo a los aseos ya que voy con tiempo. Me miro en el espejo, miro el móvil y claro ya que estoy higo pis. Luego salgo y me dirijo a mi departamento, saludo con un hola general y Laura me contesta y me sonríe. Después me doy cuenta que la otra chica que hay dentro, y que el otro día no estaba es la que ha subido conmigo en el ascensor, que casualidad.

-Helena, te presento a Marina –me dice Laura señalando a la chica.

-Hola, nos hemos visto en el ascensor ¿no? –me dice ella.

-Si encantada –contesto yo y ella vuelve a ponerme una sonrisa falsa.

Después de estar trabajando con Laura y tomarnos un descanso, además de darme cuenta que Marina no deja a Adrián en paz, en plan pegajoso, vamos que se ve de lejos que le gusta. Me pone hasta mala cara cuando hablo con él en alguna ocasión, es majo la verdad además de atento y guapo, o eso me parece a mí.

-Hasta mañana –me despido de Laura en la puerta del edificio, y cuando me dirijo a la parada del autobús porque no pueden recogerme hoy, escucho mi nombre.

-Helena –me dice Adrián desde un coche gris claro, un Mercedes- ¿Dónde vas?

-A la parada –le contesto.

-Ven que te acerco –me dice y me acerco a su coche.

-Pero si no sabes donde vivo –le digo.

-Da igual, ¿dónde vives? – me pregunta abriendo la puerta del copiloto y me subo.

Le digo mi calle y me dice que le pilla bien, que no vive muy lejos de allí. También me asegura que si necesito que me lleve más días se lo diga sin problema, que siempre que pueda lo hará encantado, aunque yo le digo que pronto tendré coche o eso espero, y le doy las gracias.

Hablamos un poco, me pregunta por mi segundo día allí, yo le contesto sin problema y le digo que me gusta y me resulta agradable. El bromea con la actitud de Marina, dice que es así por lo general, pero que me acostumbraré a ella como todos. Me cuenta que estuvieron liados e intentaron una relación pero que no funcionó, pero ella no lo entiende y no le deja de insistir, entonces entiendo ese acercamiento.

-Pues es aquí –le digo señalando mi casa- Muchas gracias.

-Nada Helena, cuando quieras –me contesta con una sonrisa.

-Hasta mañana –le digo y me bajo del coche.

-Mañana nos vemos, descansa –me dice y se va.

Me siento contenta, por una parte las prácticas de momento van bien, aunque solo llevo un día pero tengo un buen presentimiento. Por otro lado Sofía ya está con nosotras, aunque siento todo lo que ha tenido que pasar y está pasando. Y también esta lo de pasar las vacaciones sola, quiero decir, sin mis padres, mis amigos… Pero todo es por una buena causa, y eso es lo que hace que me quede aquí.

Cuando me tumbo en la cama y me pongo la música, cierro los ojos y lo veo a él, su cara frente a la mía, mirándome con esos ojos que me cautivan y sus manos cuando me acarician, también sus abrazos que me hacen estar segura, protegida de todo.

No quiero pensar en él, lo intento de verdad, pero cuando me quedo sola no puedo dejar de pensar en lo que pudimos ser y no somos, siento que todo se ha jodido. Por culpa de otra persona, o por culpa de él, que aún me duele más, que decida por los dos, y eso para mí no es justo.

Me despierto sobresaltada por el sonido del móvil, no recuerdo  haberme quedado dormida, pienso que es la alarma, pero no, es una llamada de Bárbara.

-Hola- digo cuando cojo la llamada.

-¿Qué te pasa? –me dice mi amiga.

-Nada que me acabo de despertar –la contesto.

-Lo siento –me dice ella.

-No pasa nada, me quede dormida sin darme cuenta –la digo- ¿Qué tal?

-Pues bien, bueno me ha confirmado Sofía que se viene, asique genial –me dice alegre.

-Será lo mejor –la digo yo animada por ello.

-He quedado con Víctor ahora, pero me ha dicho José que necesita vernos.

-¿Le pasa algo? –la pregunto confusa.

-No sé, me ha dicho que necesita de nuestros sabios consejos, iba a llamarte a ti pero ha recordado lo de las prácticas –me contesta.

-Vale pues ve a ver a tu chico y luego nos vemos ¿no? –la digo.

-Háblale y quedar, yo llegaré después pero prometo no retrasarme mucho.

-Está bien, ahora hablo con él y avisamos por el grupo.

-Genial, gracias Helen, sabes que te quiero –me dice contenta.

-Y yo tonta, pásalo bien luego nos vemos  – nos despedimos y cuelgo.

Hablo con José al que noto un poco cabizbajo, no me quiere contar nada dice que luego hablamos, quedamos en vernos en media hora en casa de Elsa. Avisamos por el grupo a las demás, y decidimos que luego pediremos algo de cena, pero no muy tarde porque yo madrugo y Elsa también.

Voy con la misma ropa de esta mañana, pero me peino un poco y me retoco el maquillaje, ya que lo llevo para que quitármelo pienso yo, lo apaño un poco y listo. Me despido de mis padres que están abajo mi madre en el salón y mi padre en la salita, bueno más bien un pequeño despacho donde trabaja a veces.

De camino me pongo música así se me hace más ameno, ya que voy sola. Suena Lovely de Billie Eilish, Khalid y no me doy cuenta de nada de mi alrededor, simplemente escucho la canción tranquila sin prisa, con mis pensamientos a mil y sin esperarlo sucede. Le veo a unos metros con dos personas más, mi reconocible amiga Bárbara y su chico. No me ve o eso creo, y yo no quiero acercarme, así que camino pero estaba vez rápido hacia casa de Elsa.

-Helena- me grita alguien y me giro.

-Hola José –le saludo y viene a abrazarme.

-¿Qué tal? –me pregunta.

-Pues bien, ya sabes contenta por mi trabajo –le respondo- ¿Y tú?

-Pues bien y mal, ahora te cuento –me dice mientras llegamos al piso de Elsa.

-Bueno seguro que tiene una solución–le digo y me sonríe.

Nos abre Sofía que tiene unas ojeras increíbles, se pueden apreciar fácilmente, no parece que este bien pero ella nos sonríe y nos dice que pasemos. Vamos al salón y esperamos a que Elsa salga de la ducha, mientras Sofía nos trae unos refrescos y nos cuenta que se ha terminado un libro de amor precioso, y nos reímos.

-Ojalá tuviera yo una historia así –nos dice.

-Anda y yo –digo riendo.

-¿Y yo qué? – suelta José y nos reímos más fuerte.

-Oye ¿me puedo enterar de que os reis tanto?, yo también quiero –dice Elsa entrando al salón.

-Del libro que se ha leído Sofía –le suelta José.

-Ah, bueno una historia totalmente fantástica –dice Elsa sonriendo.

-Todos necesitamos un poco de fantasía en nuestra vida –dice Sofía.

-Tienes razón, brindemos por la fantasía –digo yo y chocamos los vasos mientras Elsa se va riendo hacia la cocina.

Al rato cuando ya nos hemos tomado unos cuantos refrescos y nos cuenta Elsa que está buscando trabajo para Sofía, ya que nuestro amigo no nos quiere contar nada hasta que Bárbara no esté presente.

Cuando llaman al telefonillo ya sabemos quién podía ser, o eso pensamos porque viene Elsa al sofá y nos mira confundida.

-Oye no sabía que vendría también Víctor, avisar –dice y la miramos sorprendidos.

-¿Víctor? No sabía nada -digo mientras llaman al timbre.

Cuando entran Bárbara nos pide perdón con la mirada, y no es que nos importara que viniera Víctor pero si además se acoplaba su amigo y no otro que Izan ya era diferente, o por lo menos para mí. Le miro, bueno más bien nos miramos y no nos decimos nada, o yo por lo menos no iba a hacerlo.

-Joder Bárbara podrías avisar- la digo a solas en la cocina.

– Lo sé y lo siento –me dice ella.

-José nos tiene que contar algo importante para él y los traes.

-Puf tienes razón, pero bueno ellos se van ahora.

-Bueno –la digo sin ganas de volver al salón.

-Tranquila, estaré tu lado, pensé que no vendría, cambio de opinión en el último momento –me dice preocupada.

-Está bien, no pasa nada, aguantare –y me da un abrazo antes de volver con el resto.

En ningún momento hablo con él, o por lo menos directamente, simplemente estamos allí como si no nos conociéramos, como si fuéramos extraños o típicos conocidos lejanos. Yo no estaba cómoda, y él tampoco lo parecía mucho, pero ¿por qué había venido? Si tenemos que mantenernos alejados, no entiendo nada.

-He traído una botella de champan, para celebrar que estas aquí Sofía –dice Víctor sonriente.

-Voy a por copas –dice Elsa levantándose, pero la paro.

-Tranquila voy yo –la digo y voy a la cocina, mientras escucho a Izan ofrecerse a ayudar, mierda pienso.

-¿Te ayudo? –me pregunta mirándome.

-No hace falta, puedes volver con los demás.

-Creo que si te hago falta –me dice mientras intento alcanzar las últimas copas que están al fondo.

-Bueno si puedes coger esas –le digo apartándome para que pueda cogerlas.

-Oye Helena –dice cuando deja las copas en la encimera y me mira- Te he visto.

-¿Cuándo? –le digo como si no supiera nada.

-En la calle mientras estaba con ellos-me dice- por eso he cambiado de opinión y he venido.

-¿A qué juegas Izan? –le digo molesta.

-No iba a venir, pero no sé, te he visto y joder, tenía que verte, saber que estas bien –me dice- lo intento pero me cuesta. Lo siento, no quiero hacerte daño.

-No es justo, por lo menos para mí –le digo y me voy al salón con algunas copas, dejándole allí.

Brindamos, aunque yo con mal sabor de boca después de la charla con Izan, pero por mis amigos pongo buena cara. Me dice que no quiere hacerme daño, pero no se da cuenta que así me está jodiendo, que solo piensa por él, y no lo entiendo porque sé que él no es así y algo le pasa.

-Por fin solos –dice Elsa.

-¿Te molestan? –pregunta Bárbara.

-No joder, es por lo de José –mira a este.

-Está bien chicas, allá voy, aunque me lo he pasado bien con estos –dice sonriendo.

-Lo siento por no avisar –dice Bárbara- ¿Me perdonáis?

-No hay nada que perdonar –dice Sofía mirándonos al resto.

-Bueno si no hubieras venido con Izan, te perdonaría más fácil –la digo.

-No sé porque ha venido Helena, no quería –dice esta- Pero lo siento, enserio.

-No pasa nada, no es tu culpa –la digo y la abrazo.

-Atención José tiene que soltar algo ya –dice Elsa mirándole.

-Pues chicas os cuento, ya sabéis que mis padres quieren llevarme con ellos de vacaciones como todos los años, y yo no quiero ir al mismo sitio de siempre, solo porque mi tía nos deja la casa –nos dice y hace una pausa- No sé qué hacer, si me voy tendré playa y demás, sino me quedaré aquí solo, bueno con Helena, que tampoco esta tan mal, pero ella tiene trabajo y yo no hago nada –dice y se ríe- ¿Qué haríais vosotras? –Nos mira.

-Yo me iría –le digo sin pensarlo.

-Vamos y yo, sin duda –contesta Elsa.

-Vete José –dice Bárbara- Helena no se va porque no puede, pero tú sí.

-Opino igual –dice por último Sofía- Además allí te hiciste amigos ¿no?

-Sí, pero yo que se hemos cambiado, cada uno a lo suyo –dice José.

-Bueno aquí tienes nuestra opinión, pero tú haz lo que te apetezca –le digo.

-Gracias chicas, si tenéis razón, debería ir y disfrutar pero mis padres…

-Lo dices porque no te conocen bien, bueno tu no les dejas –dice Bárbara.

-No volvamos con eso por favor –dice José molesto.

-Algún día saldrá –dice Elsa.

-Pero aun no, no me apetece- dice José- ¿Bueno que pedimos pizza? –cambia de tema y lo damos por zanjado.

Cenamos pizza y no volvemos a sacar el tema de José, yo pienso que debería abrirse más con sus padres, intentarlo aunque sé que para él es difícil pero en algún momento se enteraran de su bisexualidad.

Cuando se hace tarde, o por lo menos para mí porque madrugo y para Elsa que mañana le toca turno de mañana en la cafetería, decidimos marcharnos.

Como siempre José toma su dirección y Bárbara y yo la nuestra, aunque vamos juntos los tres hasta un tramo del camino. En el camino Bárbara saca el tema a nuestro amigo y le dice que es una buena oportunidad para arreglarlo con sus padres, por la discusión que tuvieron, y además se le ocurre otra idea que anima un poco a José.

-¿Y si te llevas a Elsa? –dice mi amiga emocionada.

-Pero, ¿crees que querrá?- dice él.

– ¿Y por qué no? –dice Bárbara parándose en mitad de la calle mirándole- La pobre no se va nunca, bueno alguna vez se vino conmigo y Helena, pero estaría bien para ti y para ella.

-Anda pues sí –intervengo yo- Seguro que quiere.

-No sé chicas, a lo mejor no quiere y tiene sus planes.

-¿Planes? –Ríe mi amiga- Sabes que no, yo se lo preguntaría.

-Hombre a mí me gustaría –dice el sonriendo.

-Pues ala ya sabes –le digo y nos reímos.

Nos despedimos de un José más contento, si es que lo que no se le ocurra a mi amiga, que buen ojo tiene a veces. Nosotras seguimos caminando y hablando, como siempre no podemos están calladas, cuando nos juntamos todo fluye, por eso es mi mejor amiga. Pero me quedo sorprendida cuando me dice una cosa que no me esperaba, vamos que no sé si me lo dice por decir o que lo sabe a ciencia cierta. Ella no deja de reírse por el comentario, y claro yo también me rio, cuando nos despedimos en la esquina de siempre.

De camino a mi casa no puedo dejar de pensar que podría ser verdad y se me escapa una sonrisa. ¿Será que nuestros amigos se gustan? Sería bonito, pero quizá mi amiga es más lista y me lo ha dejado caer para que no piense en otra cosa, u otra persona, mejor dicho.

Cap19 Chica colgante

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