Mi mayor deseo II

Han pasado ya muchos meses, en los que Nicolás ha tenido mucha paciencia conmigo. Yo he intentado hacerlo bien, pero no he podido y el constantemente detrás de mi para guiarme por el lado correcto. Pensé que iba a ser más sencillo, pero la sed de sangre es muy grande, aunque me alimento no es suficiente para mi o no por el momento.

– Sabes que no está bien –me grita Nicolás desesperado-

-Lo siento, yo… Solo tenía sed –le digo con un cuerpo entre mis brazos-

-Me da igual, te he enseñado y no me haces caso –me dice nervioso-

-Lo intento de verdad, pero no puedo –le digo casi llorando-

-Tengo una solución –me dice pensativo-

Me ató literalmente paraqué no pudiera irme a ningún lado, al principio no fue difícil pero con forme iban pasando las horas era duro. Solo gritaba, pataleaba, le llamaba. Pero él no aparecía por allí en ningún momento, me dejó allí sola.

Nicolás

La escucho gritar desde la otra habitación pero me contengo, esto no puede ser así, tiene que aprender tiene que resistir. Se que cuesta, mucho y yo he sido lo peor durante los primeros años, por eso no quiero que ella pasé por esa fase y luego le albergue la culpa. Tengo que hacer todo lo que este en mi mano, porque verla así tan oscura me asusta.

La quiero mucho, me enamoré de ella desde que la empecé a vigilar, y luego con el paso del tiempo me gano por completo. El amor que tengo tan grande hace que esta situación pueda un poco conmigo, no me lo imaginaba así pero voy a luchar por ella, por salvarla.

Cuando no la escucho voy a la habitación, quiero saber cómo se encuentra, y me la encuentro agotada en la cama donde la he atado. Me acerco a ella, ha estado llorando, eso me rompe pero es por una buena causa. Me acerco a ella y la beso, la acaricio parece que descansa pero abre los ojos y me ve, se me queda mirando.

-Nicolás te necesito –me susurra-

-Ya estoy aquí para ayudarte-la digo sin parar de acariciarla-

-Tengo sed mucha sed -me dice-

-Lo sé, aguanta un poco Clara –la susurro-

Ella vuelve a cerrar los ojos y yo me quedo con ella a su lado lo que parecen horas y horas, para ver como evoluciona. Después voy a buscar sangre para ella, pues tiene que alimentarse pero no puedo dejar que lo haga directamente de una persona. La consigo y se la llevo, y me da las gracias cuando se la termina pero me dice que quiere más, y yo se lo niego.

Pasan dos o tres días así, yo intento controlarme estoy nervioso pues espero que todo esto funcione con ella, sino no sé cómo actuar. No me gusta la idea de que mi novia, ni nadie vaya matando personas, y menos Clara.

A la semana la veo algo mejor, aunque a veces delira un poco, o eso es lo que parece no estoy seguro del todo. Pero yo la cuido la alimento, la doy amor o todo lo que ella me deja, pues tiene ratos malos en los que la inunda la rabia. A las dos semanas cuando la veo ya mejor, voy a hablar con ella pues la voy a proponer desatarla pero estaré a su lado vigilándola.

-Clara mi amor –la digo al entrar-

-Nicolás –me dice-

-Tengo una buena noticia, hoy te voy a liberar –la digo sonriendo-

-¿Enserio? –me dice sonriendo ella también-

-Si pero estaré a tu lado en todo momento –la digo-

-Gracias –me dice-

La desato y ella me abraza, me da las gracias y me pide perdón por todo, pues esta muy arrepentida por lo que ha pasado, hablamos de todo lo que tiene que hacer para saciar la sangre, que si siente debilidad acuda a mi porque yo estoy aquí para ayudarla.

Todo quedo bien, ella contenta yo menos nervioso parecía que iba todo como lo esperado, hasta que un día me descuide un momento, pues tenía que conseguir más sangre para ella, aun no estaba preparada para ingerirla directamente de un humano. Cuando volví ya no estaba en la casa, la busque y rebusque pero nada. Y ahí ya me descontrolé pues imaginé lo peor, estaba enfadado, rabioso y decidido a encontrarla.

Relato mi mayor deseo 2